viernes, septiembre 02, 2005
SANDRA "LA PARVULARIA"
La vida es constante evolución y cuando uno está solo nunca se sabe dónde vamos a acabar. Pasó bastante tiempo antes de salir del cascarón. Pero llegado el momento, lo hice con fuerzas renovadas. Me di cuenta de que el amor es un juego de azar y para intentar ganar hay que apostar. Con tan mala suerte que yo siempre llevo un número de perdedor. Lo descubrí un día cualquiera que acompañé a mi sobrinillo al jardín por petición expresa de su tía, es decir mi prima Carol. Seba, que es el enano en cuestión, siempre estaba hablando de Sandra, su profesora, y por casualidades de la vida aquel día la conocí. Ahora que lo pienso, "conocí" dice poco de lo que yo sentí en ese mismo instante que nos abrió la puerta. He querido decir "me enamoré", me volví loco", "me apasioné". Y lo más raro es que yo nunca había sentido lo que era un flechazo así. Por aquella época yo ya estaba en el último eslabón de la tristeza y solo queria cavar un hoyo para enterrareme con mi gato. Mis maravillosos ojos pardos me parecieron unas polcas blancas antes los suyos. Ella tendría unos 25, más o menos, pero muy bien llevados. - Hola Javier. Tenía ganas de conocerte. Me ha dicho tu prima que eres un genio de las camaras.
- Me defiendo.
- Pues quería hablar contigo. Me he comprado una pequeña camarita para grabar a los chicos y a apenas sé manejarla.
Te lo digo por si puedes echarme una mano.
¿Una mano?, solo tengo dos, pero si tubiera ocho, las ocho te las hecho encima amor. (no lo hable, solo lo pensé)
Seguramente en su interior ella pensaría: ¿qué tal si me ayudas a manejarlo? No me apetece tener que ir ahora a un curso de amaritas, y si tu vienes a mi casa no sólo me va a resultar más cómodo sino que además me va a salir gratis". Yo lo interpreté por "jamás había conocido un hombre tan interesante como tú. ¿Por qué no vienes a mi casa, escuchamos algo de blues y me haces el amor apasionadamente sobre el comedor?
¿El resultado final? Liberé a mi prima de la obligación de llevar y traer el niño al jardín, le enseñé tanto de cmaras en 2 meses como si hubiera ido un par de años a una academia de cine, centré toda mi vida en una ilusión que yo pensaba que se iba a cumplir y aprendí a hacer el ridículo que todo hombre necesita hacer unas trescientas veces en esta vida para darse cuenta de que ser varón no es una condición, sino una enfermedad incurable que tan sólo se soluciona con la muerte. Como morir físicamente a mi edad me parecía una falta de educación, decidí morir espiritualmente. Pero lo que yo no sabía en ese momento es que cuando el hombre muere se convierte en el prototipo perfecto para que una mujer se interese por él, lo resucite y lo asesine dándole un toque personal.
Bueno, para no desviarme del tema: cansado de ir a su casa y esperar que me confesase su amor decidí una tarde dar yo ese paso. Primero se asustó, luego se enfadó y por último me regañó con que yo solo era un muchachito inmaduro y que a ella le gustaban los hombres hechos y derechos, con sentido del humor y camioneta 4x4. Me marché a casa avergonzado, atemorizado por el hecho de que ella se lo pusiera contar a mi primita. Al final me demostró que no sólo no tenía buen gusto (lo demuestra el hecho de que no quisiera revolcarse con para mí persona) sino que además era discreta. Y no sólo porque nunca se lo contase, sino porque prácticamente nadie sabía (yo me enteré días más tardes) que tenía un novio en Santiago con el que llevaba saliendo hacía mucho tiempo y con quien se pensaba casar dentro de un año. ¿Lo que más gracia me hizo de este asunto? Su novio era profesor de cine en una academia en Santiago... No sé quién inventó esta vida, pero un servidor se rinde ante su talento.
El mundo es una comedia para los que piensan y una tragedia para los que sienten. (lo dijo alguna vez el genial Horace Walpole)
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